Este articulo se escribió en italiano para darle difusión en aquella geografía, porque consideramos dramáticamente emblemático el caso de persecución contra el compañero anarquista Yorch. Le tocó a él, pero podría tocar a cualquiera que hace de la lucha un camino “otro” ante la horrorosa y explotadora normalidad capitalista. Proponemos el mismo articulo en español, para su mayor difusión. ¡Yorch vive, la lucha sigue!
Guerra afuera, guerra adentro, guerra por doquier
En varias ocasiones como colectivo hemos intentado proponer y escribir un análisis del México que vivimos cotidianamente, y no sólo, basándonos en el concepto de guerra, como instrumento de destrucción, acumulación y gestión del presente en clave capitalista. Una guerra que asume formas y tiempos enloquecidos y frenéticos, pero lleva consigo un común denominador: el ataque a la vida, a través del horror y el dominio de la violencia, del genocidio de masa a las fosas clandestinas del narco-estado, pasando por la desaparición forzada y el terror como método de domínimo de los territorios, terminando en un siempre más oprimente tecno-control social direccionado a la aniquilación de cualquier forma de resistencia o alteridad. La vida, debe de ser optimizable y manipulable, sino es considerada inútil, según el paradigma vigente y ya establecido sin ningún tipo de pudor. Una gran parte de la humanidad es considerada sacrificable, no solo a través de las guerras en campo, armadas y dirigidas a distancia hacia el “sur global” o el “otro de Occidente” (Palestina, Siria, Ucrania, Sudan, República Democrática del Congo, Yemen, Venezuela, Colombia y muchos otros territorios), pero también al interno de los Estados Nación y sus meandros administrativos: lxs que no se alinean, que luchan, que no se acoplan, no se venden y no están disponibles, las alteridades todas, se vuelven víctimas reales de una guerra interna. La cárcel y la represión, en este esquema, son los instrumentos fundamentales de la gestión y de la reconversión de la vida misma en clave capitalista y sus políticas de seguridad. No hay ningún derecho, ninguna justicia escrita o constitución nacional, ninguna ética formal, con la capacidad de parar esta máquina devoradora.
El caso del compañero Yorch. El primer arresto
El compañero anarquista Jorge Emilio Esquivel Muñoz, apodado “El Yorch”, artesano y cocinero, prisionero político, fue asesinado el pasado 9 de diciembre por esta máquina, en las patrióticas celdas del Estado mexicano en la Ciudad de México. Años de un secuestro e innumerables violencias y omisiones por parte del sistema penitenciario, le arrancaron la vida. Una historia terrible que nos provoca una intensa rabia y una profunda tristeza. En la Ciudad de México estandarte de la 4T morenista, a la espera del Mundial, de un proyecto político y económico extractivista basado en el despojo de la ya saqueada ciudad por el mercado inmobiliario, no hay espacio para una vida que se escapa de los márgenes del trabajo y la producción. La vida de Yorch, estaba empapada de cultura punk y autogestión, en el auditorio ocupado Che Guevara, una de las pocas ocupaciones políticas todavía vivas en la Ciudad de México, espacio anarquista al interno de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Un espacio que Yorch vivía y hacía vivir cotidianamente antes de ser arrestado y asesinado.
No fue la suerte la que mató a Yorch, sino una conspiración y una historia de violencia e injusticia por parte del Estado y de la tan renombrada y prestigiosa UNAM.
Yorch fue secuestrado en una violenta emboscada el 24 de febrero de 2016, cerca del campus universitario de la UNAM, al término de un evento cultural en el Okupa Che, donde fue capturado y subido a una furgoneta sin matrícula por unos 15 hombres vestidos de civil. Sobre la base de acusaciones inventadas y una denuncia anónima falsificada, Yorch fue acusado por la Procuraduría General de la República (PGR) de tráfico de drogas después de que le ocultaran una gran cantidad de drogas diferentes en una mochila que le atribuyeron (mochila que nunca aparece durante su captura en los vídeos de las cámaras de vigilancia, cuyas pruebas demostraron que no contenían sus huellas dactilares). Juzgado por el delito de posesión de drogas, fue trasladado primero a la prisión federal de Miahuatlán (Oaxaca) y luego a la prisión de máxima seguridad de Hermosillo (Sonora), a miles de kilómetros de distancia entre el sur y el norte del territorio federal mexicano, en un intento de complicar su defensa legal y romper la solidaridad y el apoyo de sus compañer@s. En marzo del mismo año fue puesto en libertad bajo fianza, con una reducción del delito a simple posesión de drogas. Sin embargo, continuaron las amenazas, la estigmatización mediática y una campaña de criminalización en su contra, incluso por parte de círculos internos de la universidad, llegando a acusarlo de pertenecer al crimen organizado o incluso a declararlo muerto en un enfrentamiento armado entre bandas.
La segunda detención
La historia se repite tristemente. La noche del 8 de diciembre de 2022, cinco personas vestidas de civil siguen a Yorch desde el Okupa Che a la salida de la UNAM y, junto con otras doce personas, también vestidas de civil, lo secuestran de nuevo con tres coches sin matrícula y un coche de la policía local del distrito de Coyoacán, sin ninguna orden de detención ni comunicación de los motivos de su detención. Trasladado al centro penitenciario Oriente de Ciudad de México, la PGR presenta un recurso y restablece los cargos de 2016. Encarcelado preventivamente durante 18 meses, en junio de 2024 Yorch es condenado injustamente a 7 años y seis meses de prisión. El proceso se caracteriza por continuos retrasos y cancelaciones, incluida la nueva presentación de las pruebas en noviembre de 2023. Posteriormente, la pena se fija en 5 años y 100 días de multa. No vivirá lo suficiente para cumplirla.
Represión contra Okupa Che
La criminalización pasa aquí por la detención arbitraria y la fabricación de delitos contra Yorch, una forma de condenar su vida, su activismo dentro de la Okupa Che, así como un ataque directo al espacio anarquista y a su existencia política. De hecho, ya en años anteriores, la Okupa Che ha sido objeto de diversos ataques por parte de porros (grupos de matones organizados y pagados por la Universidad cuyo objetivo es provocar y agredir a los movimientos estudiantiles y las luchas sociales) y constantemente acosada, espiada y controlada por los guardias de seguridad privada de la UNAM. Un modus operandi histórico y eficaz para el gobierno de la Ciudad de México, que utiliza constantemente la fabricación de delitos para desmantelar y criminalizar los movimientos sociales políticos radicales, como ocurrió recientemente en el caso de algunas compañeras durante el desalojo de la ocupación Okupa Cuba en 2022.
De la cárcel a la tumba
Durante los años de reclusión entre los penitenciarios Oriente y Sur, la cárcel y su entorno minan la salud de Yorch. Es torturado, aislado y castigado en varias ocasiones, lo que agrava un progresivo deterioro de su salud a partir de una apendicitis no tratada desde hace tiempo; tal y como han denunciado en repetidas ocasiones sus familiares y compañer@s, Yorch nunca recibió atención médica concreta. A pesar de presentar síntomas graves, el centro sanitario penitenciario se limitó a administrarle analgésicos básicos como el paracetamol. La situación llegó a un punto extremo con problemas neurológicos muy graves que le impedían respirar por sí mismo. Solo después de varias presiones, el 1º de noviembre de 2025 fue trasladado al Hospital General de Topilejo, donde ingresó en un estado avanzado de deterioro debido al largo período de negligencia y a los efectos que el criminal sistema penitenciario y judicial tienen sobre la salud de todas las personas presas, y más aún en este caso, donde la violencia del Estado y de la UNAM orquestaron la represión contra él. En las últimas semanas, Yorch vagó de un lugar a otro sin que las autoridades penitenciarias y hospitalarias proporcionaran información precisa sobre su estado. Solo al final, las personas solidarias y que estaban a su lado supieron que había sido intubado. La situación de Jorge Emilio Esquivel era, por desgracia, irreversible, su cuerpo estaba agotado y el 9 de diciembre de 2025, el compañero Yorch falleció.
Una advertencia contra tod@s l@s rebeldes
Su muerte es, a todos los efectos, un asesinato ejemplar y brutal, un mensaje dirigido a la comunidad anarquista y a quienes intentan resistir en esta monstruosa metrópolis y en este México en guerra. La sociedad carcelaria, la arrogancia autoritaria, la falta de atención médica y el Estado mataron a Jorge, como a tantos otros compañeros antes que él en la historia de los oprimidos. Si, por un lado, la brutalidad del Estado capitalista a la hora de eliminar a sus enemigos y las vidas improductivas no es nada nuevo, por otro, con profunda rabia, consternación y tristeza, nos despedimos de un compañero, con la promesa de no olvidar un crimen de Estado. Nos despedimos de Yorch y de lo que representaba por última vez, este miércoles 10 de diciembre de 2025, en el cementerio de San Juan Iztapalapa, en la Ciudad de México.
Consideramos muy grave que un compañero, un preso político, muera en las cárceles de esta manera, tras años de reclusión y negligencias médicas reiteradas, sin que ninguna institución asuma la responsabilidad de lo sucedido. Porque la guerra contra la vida es tan necesaria y está tan avanzada, que matar de inanición a un punk anarquista en prisión pretende ser la nueva normalidad que se utilizará como advertencia para aquellas «otras vidas» inútiles, sobrantes, para el Estado capitalista y sus paradigmas de necesidad.
Y es la misma historia gravísima que comparte el horror y la tragedia de la violencia institucional y la guerra total contra la vida, mecanismo cotidiano que se da hoy en México, lo que en algunas ocasiones hemos definido como “guerra de fragmentación territorial”, cuyo saldo nos habla de más de medio millón de muertos asesinados y 130,000 desaparecidos en 19 años. Sólo que esta vez no hay ningún cártel ni grupo criminal detrás del cual esconderse, ninguna operación especial en nombre de la seguridad que interponer. Solo hay la violencia institucional y penitenciaria más siniestra, destinada a destruir horizontes de vida diferentes, como el de Jorge y su mundo rebelde.
La criminalización continua y capilar de los movimientos sociales y de los compañeros es simplemente otra arma, la enésima, a través de la cual el gobierno mexicano sigue alimentando el negocio y la retórica de la guerra, de la que se benefician políticos, mafiosos y empresarios, mientras que comunidades enteras, urbanas y rurales, en resistencia, son desgarradas por la violencia que está devorando este país.
Un muerto más, un compañero menos, un nombre que se convierte en cifra, como para cada desaparecid@, para cada campesin@ oprimid@, para cada marginad@ metropolitan@, para cada pres@ en las cárceles, para cada mujer asesinada, para cada migrante asesinado en las mil fronteras de este México. Jorge es la enésima víctima inaceptable de un capitalismo que mata para acumular y expandirse cada vez más ferozmente.
La llama aún arde
Ahora queda la tarea más grande y complicada: expresar la venganza en clave social, convertir el dolor en lucha, organizar la resistencia y luchar para que lo que sufrió Jorge no lo sufra nunca más nadie.
Abrazamos con solidaridad y cariño a los amig@s y compañer@s cercan@s a Yorch, a la banda del Okupa Che, la comunidad anarkopunk chilanga, l@s compañer@s anarquistas de la ciudad de México y a todos los que acompañaron a Yorch tanto en su vida en libertad como en la de recluso. Miramos con desprecio, horror y rechazo a las instituciones inhumanas que violaron su cuerpo, la cárcel y sus malditos muros, el gobierno de la Ciudad de México y las autoridades de la UNAM, que mataron a Jorge por ser punk, anarquista y rebelde.
Que la memoria de Yorch permanezca viva en todos los lugares de lucha.
Que se multipliquen las acciones solidarias en todas partes.
Con amor y rabia.
Que la tierra te sea leve, compa Yorch.
Nodo Solidario (Italia/México)


